Ciclamen: mantenimiento y riego de la flor.

Originario de Oriente Medio, el ciclamen es una flor con un bulbo de unos treinta centímetros que pertenece a la familia de las primuláceas. Hay muchas variedades para uso en interiores y exteriores, rojo sólido, rosa, malva o blanco, o incluso de dos tonos, algunos de los cuales florecen durante todo el año.

Mantenimiento de ciclamen

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Al ser una flor delicada, el ciclamen requiere un cuidado especial. De antemano, determine la ubicación ideal para la planta, es decir, soleada sin luz directa, cuya temperatura esté entre 14 y 18 grados, para evitar que las hojas se marchiten o se sequen, y en un suelo neutro o incluso ligeramente húmedo. Agregue fertilizante para plantas de flores semanalmente para promover el crecimiento y la floración del ciclamen. Tan pronto como aparezca una flor marchita o amarillenta, retire todo el tallo tirando de él con fuerza, para que salga por completo para no correr el riesgo de pudrir la planta si es necesario.

Una vez finalizado el período de floración, detenga todo el mantenimiento del ciclamen, ya sea interior o exterior, y guárdelo en un lugar seco y fresco durante todo el verano. Esto luego debería arrojar sus hojas amarillas y hacer otras nuevas. Entre septiembre y octubre, trasplante el bulbo dos tercios del camino en tierra para macetas mezclada con tierra, luego retire los primeros brotes que aparezcan para que los siguientes sean más vigorosos.

Ciclamen de riego

Si el ciclamen está al aire libre, no requiere ningún riego especial, excepto en climas cálidos o períodos de sequía. Si está en maceta, saca la regadera cuando la tierra esté bastante seca, dos o tres veces por semana. En ambos casos, tenga cuidado de no ahogar la planta y evite apuntar a las flores y el follaje, ya que esto podría hacer que se pudra. Las hojas manchadas o marchitas también son sinónimo de exceso de agua que se lleva al ciclamen.